miércoles, 13 de octubre de 2010

Un amigo, un maestro…! By Jorge Sors. 13/10/10

Un amigo, un maestro…! By Jorge Sors. 13/10/10


Una vez conocí a un gran hombre, de profundos sentimientos, de carácter noble, de robusta conciencia y que dentro de toda la adversidad que le anegaba conservaba la calma y sostenía una tolerancia extrema al caos. Era una tarde predecible en su acontecer y tediosa por su monotonía, aunque perteneciente a los aparentes días de gloria, aunque fuera solo un elemento temporal y más que nada meramente banal.  Comenzaba a llover, y yo como casi todos los días de aquel tiempo ya borroso en las páginas de mi historia, me encontraba apertrechado en la fachada de aquel turbio local que yo precedía, contemplaba la gente pasar, un desfile de excéntricos personajes entre ampones, vagos, borrachos, locos, policías, trabajadores, y en fin envueltos todos entre gente de aparente normalidad, cuando apareció éste  ser. Aquel lugar previamente descrito estaba rodeado por otros negocios no tan honrosos ni solemnes por su alta categoría, sino antros detestables y escollos donde se hunden muchos a dejar lo poco que tienen entre mujeres de placeres diligentes y destilados fuertes y olorosos. La música de éstos siempre sucumbía en la acera del frente, pero era suficiente para atraer las miradas de quienes caminaban por ésta. Pues allí llegó él, con sus harapos sucios, ennegrecidos y mal olientes, manchados y desgastados, su amplia y tupida barba y su largo cabello que se extendía hasta sus hombros, unos zapatos rotos y mal remendados, un enorme costal lleno de latas recogidas durante el  día, una bolsa enorme de basura llena con sus únicas pertenencias  y una larga vara que utilizaba como bastón. Aquella imagen me fue mezquina al principio y hasta me produjo repulsión, pues uno siempre se deja llevar por los prejuicios. Me dispuse a contemplarlo un rato pues su proceder no era precisamente el de un desadaptado ni el de un loco, se acercó hasta el mostrador de aquel antro, eso sí a una distancia prudente como para no molestar a los presentes, pidió un trago, pagó y se aparto nuevamente a la acera, soltó su equipaje y se dispuso a beber hasta la mitad de la botella de un solo tirón, luego se quedo contemplando un punto fijo como si pudiera ver algo que no estaba disponible a mis ojos y se dispuso a bailar y sacudirse con la música de fondo acompañando sus pasos. Sorprendido me puse de pié y llamé a otros que formaban parte del tren de trabajo de mi local para que contemplaran éste espectáculo y por supuesto lo ridiculizamos e hicimos comidilla de su actuación. Transcurrieron varias horas y yo proseguí con mi trabajo. Adentrándose ya las horas de la noche, desde mi oficina observe por las cámaras que el individuo aun permanecía haciendo los mismo que hace horas atrás con la misma energía y actitud como cuando comenzó su despliegue. Baje y me acerque a la dueña del bar donde éste había estado pidiendo tragos toda la noche y le pregunte, ¿y éste loco de donde salió, y éste show que da está como para filmarlo no..!, por cierto el tipo te ha pagado todo lo que se ha bebido?, a lo que ella respondió, si, el siempre viene lo que pasa es que tu no lo habías visto, siempre hace los mismo compra sus tragos, se despliega en la acera de enfrente donde no molesta a ningún cliente y allí hace su baile toda la noche. Anonadado me di media vuelta y me fui nuevamente a mi local y embebido en mis labores me olvide del asunto. Al día siguiente cuando llegué a abrir el local, temprano en la mañana mi sorpresa fue encontrarlo durmiendo con todo su aparataje montado enfrente a mi local, de tal forma que me era imposible abrir las puertas, me acerque con cautela y recelo a él y lo moví un poco con el pié, y le hable, éste se sentó y me observo fijamente de pies a cabeza y muy respetuosamente me dijo, disculpe creo que le estoy molestando aquí donde estoy, si me ayuda a levantar yo me retiro, pero es que me duele mucho una pierna y no soy capaz de incorporarme solo, creo que la expresión de sorpresa en mi rostro era más que evidente. Así pues me dispuse presto a ayudarlo, lo sostuve fuertemente y se puso de pié, lo ayude a recoger sus cosas y él se desplazo  unos cuantos metros lejos de mi local y donde no estorbaba a nadie. Tras la experiencia quede consternado, pues uno siempre tiene una idea preconcebida de este tipo de personajes, pero sus palabras me habían dejado aún ese suave tono en mi mente. Una vez finalizado todo el preámbulo, abrí el local, me lave a fondo las manos y los brazos y salí como cada rutinaria mañana, aun seguía él allí, con su mirada perdida y con una mueca como de desagravio en el rostro. Me dije,! vamos acércate y habla con él, total ya te diste cuenta de que no aparenta estar muy loco que digamos ¡, llegué a su lado y empecé a hablarle, así fluyeron las palabras y dispensamos una larga conversación a tal punto que casi me siento a su lado pues calculo que fue como una hora y media de charla, allí conocí su nombre, me dijo me llamo José, aunque yo por el bastón y la barba lo bauticé Moisés, y aquí les resumo su historia pues es lo más importante de ésta anécdota verdadera:
José, era un hombre de unos cuarenta y tantos años, creo más próximo a los cincuenta, de perfecto léxico y moderación, fue profesor universitario, tenía varios hijos de diferentes edades pero todos ya jóvenes estudiantes o trabajadores, ninguno menor o niño aun, su esposa una mujer educada y respetable, su casa y sus precedentes, una familia andina, de San Cristóbal, estado Táchira. Su infancia y sus padres fueron buenos y preocupados por su educación y su crecimiento. Conoció a su esposa muchos años atrás y vivieron bastantes años juntos, el con el tiempo formo una empresa y obtuvo dinero, pudo acomodar a su familia, darle educación a sus hijos y gustos en general pues no le iba mal. Transcurridos unos años, descubrió que su socio lo estaba robando y estafando, había malversado muchos fondos y la empresa había caído en deudas y la mora la consumió lentamente. El se aguanto todo lo que pudo el embate, pero se vio doblegado a la larga por las demandas y los pagos incumplidos, su socio lo dejó en la calle y él asumió toda la carga. Por supuesto la situación en su hogar se complico, su esposa tras lo ocurrido se cansó y lo dejó, y él se quedo solo, sin dinero, sin familia y sin apoyo. Sus hijos aun eran adolescentes y no entendieron o no quisieron  hacerlo lo ocurrido y tampoco lo ayudaron. Así se encontró en el estado más precario que alguien pueda sufrir, y tuvo que acostumbrarse a la calle. Con lo poco que disponía viajó por varias ciudades, pero no le era posible conseguir un trabajo pues ya ni de ropa decente disponía, ni portaba un currículo bajo el brazo pues era como si su pasado lo hubiese aplastado y arrastrado hasta dejarlo hecho harapos por completo en cuerpo y alma. Llegó a caracas, y siguió su transitar por las calles, ya como un indigente y se acostumbró a sus peligros, a sus embates, a los suelos duros, a los calores y los fríos que calan sobre la piel desnuda, al sucio pegado a su piel y a ver sus cabellos crecer desmesurados y salvajes. Se acumularon los años y con ellos las enfermedades y todas las cosas que pueden aquejar a un habitante de la calle. Pero luego de esto me dijo sabes que ¡ Ahora soy feliz ¡, con todo lo que he pasado y estar como estoy  ¡ Soy Feliz ¡, y yo le dije pero como puedes decir que eres feliz, mírate no has pensado en volver a ser quien eras, buscar ayuda nuevamente en tu familia o en tus hijos, y él me contesto, ahora no tengo deudas, no tengo auto, no tengo casa, ni dinero sino el que me proveo rebuscándome entre la basura, las latas y el que me den mis hijos cuando se los recibo por qué no me alcanza para comprar mis medicinas, pero de resto no tengo más preocupaciones que llevar la vida misma, lo único que me molesta es mi pierna enferma pero de resto nada me perturba, ahora soy un hombre libre, vivo feliz y te lo repito ¡ SOY LIBRE ¡ , cuando me siento muy aquejado pues bebo algo, eso sí con moderación pues la calle es muy peligrosa para un hombre ebrio que se presenta indefenso, y bailo al son que me toquen, y lo hago feliz, así sucio y desarreglado mis hijos han aprendido a quererme y por más que han intentado que regrese a la vida de una persona como tú la llamarías normal yo  no quiero, la calle es dura y muy difícil pero no más que vivir como tu vives, con tus cuentas de teléfono, de luz, el mecánico, el condómino, los bancos, los socios, las deudas, el mercado, yo no sufro de ninguno de esos males. Creo que el golpe de realidad que llegó a mi fue quizá tan abrumador que jamás olvidare sus palabras y lo profundo de su experiencia. Me puse más cerca de él, lo ayude a levantarse nuevamente, cargue con su bolsa negra, y lo invité a pasar a mi local, donde le ofrecí lo que tenía disponible. El se arreglo un poco, recogió sus cosas y se paró frente a la entrada, me dijo gracias, y me brindo un té de un vendedor ambulante que pasaba con regularidad, el cual pagó él pues en ningún momento me dejó hacerlo y se fue. Siguieron pasando los días, el seguía con su rutina y sus bailes, y yo compartía con él cuando lo veía y lo ayudaba en lo que podía siempre.  Los días y los meses siguieron adelante y la historia continuó, seguimos hablando cada vez que podíamos y generamos una amistad poco usual, pues era muy atípico a la vista de todos contemplar a un hombre de traje y acicalado de pies a cabeza como yo,  hablando y compartiendo con toda naturalidad con un hombre completamente contrario en aspecto.
Yo seguí ayudando a José ( mi amigo Moisés…!), cuanto me fue posible, pero mi historia fue la que cambio, mi automóvil viro en otra dirección y fue otro camino el que se dispuso frente a mí y avancé. Pasaron los años y aun de vez en cuando lo veo y recuerdo sus palabras y su enseñanza.
Solo cuando pierdes los privilegios, los lujos, la comodidad, y las grandes cosas que creemos hacen nuestro  mundo y nos dan una falsa sensación de seguridad, es cuando aprendemos a valorar las pequeñas cosas que verdaderamente nos llenan y nos hacen felices.
(Nota: dedicado a dos personas muy humildes que me enseñaron grandes cosas, a José (mi amigo Moisés…!) y al negro José que Dios lo tenga en la gloria…!)


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