sábado, 18 de junio de 2011

Fragmentos plasmados, tiempo abovedado.

Fragmentos plasmados, tiempo abovedado.
By Jorge Sors  18.06.11

Se apilan junto a mi cama cada noche, sollozan anhelos de vida y certidumbre de tiempos perecidos, se agobian con lastres de sueños perdidos, gritan con fuerza junto a mi oído y me transportan ausente de deseo hacia universos que ya no son míos, fugaces memorias recorren vacilantes los caminos estrechos del olvido, se acercan y me visitan los duendes de polvo que han nacido de entre las cenizas, esas que se apilaron baja la cama y forman parte de un tiempo que se ha ido, tratan de hacerme volver y me invitan a encontrarme con esos anhelos que ya hoy siento se han ido.
Transferido a espacios repletos de sueños y de trastos que han pasado de mí,  rememoro aquellos instantes donde sonreía sinceramente y se enjugaban mis lágrimas entre tiernos momentos de infancia ya envejecidos. Extraño me resulta el presente cuando me traslado liviano y vacío a esos parajes del pasado donde deposité mis sueños y esperanzas, ¿por qué vuelven a atormentarme si saben que no tengo más que el vacío?, digo a las musas que me hablan y tratan de llenar con migajas y arena el corazón que se apaga hecho girones de hambre y grietas de logros perdidos.  Envases llenos de imágenes vivas donde he plasmado lo mejor de mi tiempo guardo celosamente apartado de las manos sudorosas y de las pupilas cancerígenas que tratan de fragmentarles  y diluirles con ácidos y poner en ellas alimañas virulentas que dañen su contenido, son mis tesoros  más valiosos nada podrá alejarlos de mí.  

sábado, 11 de junio de 2011

Amanece en nuestras calles…! By Jorge Sors. 09/06/11.

Amanece en nuestras calles…! By Jorge Sors. 09/06/11.

Amanece en la ciudad de obscuras callejuelas sucias y depravadas, hay tantas alimañas que ahora se ocultan tras las sombras que proyecta el astro rey  en todas sus pendientes y cuevas, se ha desvanecido la insonora muestra de esas calles turbias y han quedado los rastros de una noche larga y violenta, en una esquina de nuestra sucursal del infierno capitalina yace inerte el despojo de un afable poblador, su sueño carmesí se desparrama por el suelo negro asfalto que acarició sus últimos resquicios de vida, ahora sólo quedarán vagando sus anhelos por todas éstas esquinas buscando justicia a su alma y apaciguar la pena de ausencia que a sus congéneres condena. Ausente de autoridades y penas vaga libremente buscando nuevas víctimas la miseria, con ojos enrojecidos y una mirada perdida, brota de sus poros el odio y le acaricia el resentimiento, cruje su estomago  avizorando que precisa algo de atención, pero entre polvorientas fauces cae rendido ante la tristeza y la pena, lo consume la droga que chorrea de su nariz y ahora busca falsamente enaltecido apoderarse de las migajas de otros sin esfuerzo alguno y sin medir sus pasos, se abalanza  y  ataca vorazmente cual fiera embravecida y repite el ciclo que llena nuestras ciudades de sangre y pena, de hogares faltos de alguien que te ha sido arrebatado para siempre, cuya piel se exhibe en los noticieros subsecuentes,  y cuyo nombre quedará olvidado sin recibir jamás justicia.