…La MaR.! 30/09/10 by Jorge Sors
En la mañana de un día sugestivo y expectante, seduje mis pasos hasta la orilla de aquel azul profundo que ruge con furia a mis pies, lejanos mis pensamientos y fijos mis ojos en sus abrumadoras formas y su fastuosa extensión, destellos flamantes brotan de sus líneas y exhalan pesares. Sigilosamente llega junto a mí y acaricia mis pies con un tono traslucido y un toque tibio de proezas turbias. Poco a poco el hipnotismo de su bramido te absorbe hasta un profundo trance, te abstrae del mundo y te ahoga entre sus ondeantes brazos, te susurra que le entregues tus embates y derrames tus lágrimas que se perderán imperceptibles en sus obscuras profundidades. Te ha hecho avanzar encontrándote sumido con el abrigo de su blanquecina espuma hasta el cuello. Te devuelve a la realidad su apático sabor lamiendo tu piel con azotes espasmódicos cargados de aguas lejanas y de la majestuosidad de su ser. Se vuelven torpes y pesados tus movimientos, el te domina y pone su peso sobre ti, empuja enardecido con fuerza tratando de extinguirte pues has sumado a sus andares más amargas gotas destiladas de agonía. Cansado de miradas ausentes y afanosos contrastes empañados con los sufrimientos del hombre, impulsado sobre sus aguas se aboca a concretar su venganza. He logrado entre ahogos y traspiés volver a la orilla, sabiendo la cercanía de la muerte, me alejo cansado y abatido a una distancia prudente, doy el último vistazo y conociendo ya sus secretos decido marcharme y dejarlo rugiendo y golpeando solitario la blanca arena que lo sostiene, extendiendo sus múltiples brazos tratando de asirme y obligarme a hundirme junto a él.
Ante el desasosiego y la angustiosa verdad que late con fuerza anunciando que se nos agota el tiempo para gritar las posibles virtudes de un hombre superior, desarraigado de sus cenizas y obcecado por vislumbrar un futuro completo y verdadero, donde ya no se refleje la sombra del pasado y que lleve glorioso el bastión evolutivo de la esencia humana, siendo hombres reales y no bestias sumisas carentes de identidad y discernimiento, allí elevo mi grito. JS26.
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