jueves, 21 de octubre de 2010

El niño se ha ido…! By Jorge Sors. 21/10/10

El niño se ha ido…! By Jorge Sors. 21/10/10


Reía y abrazaba el simple placer de disfrutar y crear un momento mágico con solo mezclar los ingredientes básicos, la imaginación y la creatividad afloraban libre y desaforadamente, nada te contraía ni te apartaba de tus sueños, los parámetros eran muy sencillos y las bases aun no consolidadas pero justas como para no caerse, y si caías no pasas del suelo, no es como esas caídas magistrales que te llevan hasta un coma profundo, donde quedas inerte y ausente quizá por un tiempo indeterminado, hasta que logras recobrar el sentido y la calma, se aclara el horizonte y puedes lentamente arrastrarte hacia la salida, y todas estas atrocidades generadas quizá por una simple decepción, o por haberte propuesto una meta inalcanzable que se convirtió en un capricho avasallante.
Transcurría la vida sostenida por los pilares generadores, esos que vigilaban y aprobaban que tanto avanzabas, esos que preocupados se desvelaban y sanaban con una caricia. Un papel arrugado, una caja de cartón vacía, cualquier invento que fusionara nuestra mente sin la mayor tecnología era capaz de proveer largas horas de entretenimiento y diversión. Claro que si llegaba el artilugio exacto, ese que aun siendo tan pequeño pero que ya eras capaz de fijar como objetivo en tu mente, explotaba la alegría de haberlo obtenido y se disfrutaba al máximo el logro. No como ahora que te has convertido en ese ser inconforme y descontento, que se plantea cualquier objetivo y cuando lo sostiene firmemente entre sus manos se vuelve agua y se diluye entre sus dedos, pues el deseo ha muerto cuando te haces de él, cuando ya no lo ansias sino que lo estrechas junto a ti, ya ha muerto la ilusión y solo se suma al lote de equipajes perdidos y piezas inservibles que guardas en el trastero buscando le redención de aquella añoranza y un brote renaciente que caiga en no más de un deseo fugaz.
El banco no tenia fondos, solo la lata con dientes y un agujero uniforme que servía de depósito. Ese pequeño instrumento de ahorro significaba quizá una gran enseñanza y divisaba un futuro promisorio, pero ya no está, ahora entre intereses, tasas de ahorro, pagares y acreedores, solo es infame y repulsivo pensar en esos pocos centavos que con tanto esmero guardábamos posesivamente en aquel figurín de metal abombado, y que hoy los ves pasar al caminar tirados sobre el suelo, yaciendo inertes esperando ser salvados de la apatía y la soledad.
Apreciábamos la llegada de un ser querido y cabía la duda de si traía algo para ti, algún simple detalle que haría recordarlo siempre. Escuchábamos sus historias y encausábamos los detalles en nuestra memoria. Dibujábamos paisajes y retratos familiares, aunque no fuesen Picasso ni Rembrandt pero valían un a fortuna en las manos adecuadas.
Era simple la convivencia, los problemas de trato y e insolvencia los resolvíamos a trompadas o abrazos, dejando de lado rencores con una facilidad inequívoca. No cargábamos con prejuicios, nuestras apreciaciones eran directas y sin aditamentos, decíamos lo que pensábamos, ya hoy pensamos lo que decimos, actuamos clandestinamente y con sigilo, buscamos venganza, guardamos rencores y hacemos juicios de valor aun sin conocer de alegatos, ni presentar la defensa.
En fin  simple pero conciso, que dulce y despreocupada transcurría la vida, cuando las responsabilidades recaían sobre los hombros de otros. Y qué triste es cuando se pierde la inocencia, se aprende de odios y carencias, de ademanes vulgares y respuestas procaces.

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