viernes, 8 de octubre de 2010

CaMInaNdO...! 07/10/10 by Jorge Sors

CaMInaNdO...! 07/10/10 by Jorge Sors



Transcurre la vida ante nosotros, pasamos palpando sus pliegues y tramas, como ciegos vamos avanzando con la cabeza baja viendo solo la sombra que se proyecta desde nuestros pies. Vacilando entre ambos lados del largo transitar, casi siempre somos incapaces de levantar la mirada y ver hacia adelante, vamos solo cabizbajos recogiendo nuestro rastro y volteando a ver si hemos dejado algo por el camino, para regresarnos de nuevo a recogerlo, sin saber que casi siempre lo depositaremos de nuevo en bolsillos rotos que repetirán su destino. Golpeamos la cabeza contra puntales, puertas y esquinas, pues seguimos andando como borregos alados a la fuerza por su amo que se niegan a su labriego y enconan las patas tratando de aferrarse a su estado actual, al suelo que cobija sus pisadas, y empujan con fuerza hacia atrás como si eso los librara de la jornada que les precede. Así el hombre sigue incansablemente en vano tratando de darle una explicación a todo, viviendo con la cabeza girada hacia atrás, tratando de asirse en un lugar fijo, sin saber que el camino continua frente a él. Está obscuro adelante, pero eso es solo porque no avanza. Si vamos dejando arneses que nos mantengan sujetos a momentos y sitios que creímos seguros durante nuestro transitar llegará el momento en que estaremos tan ceñidos a estas ataduras que no podremos proseguir en la ruta de la vida. Construimos templos y palacios con los materiales que vamos encontrando por el camino, los adherimos con sangre, saliva, barro y lágrimas formando una mezcla endurecida que podemos moldear según nuestra necesidad y darnos refugio de aparente fortaleza, pero en realidad solo conseguimos crear una madriguera y escondernos como ratas huyendo de los predadores y de los peligros de la superficie. Otros no solo circulan con los brazos extendidos tratando de no tropezar con nada sino arrastrándose para hacer más lento y pesado el recorrido, como tratando de apaciguar el paso constante del tiempo. Cuando comienza el andar, cuando nos incorporamos a la senda, a ninguno nos dan un mapa, un manual, ni nos marcan el destino, una meta o donde será el final del recorrido, por eso debemos dar cada paso con los ojos bien abiertos, fuertes y firmes zancadas que hagan férreo cada paso, decidido y vigoroso hacia adelante, emprendiendo el viaje y dejando lo que caiga de nuestro equipaje, sin recoger nada del suelo, pues es seguro que más adelante encontraremos lo necesario para abrigarnos, alimentarnos y guarecernos durante la larga caminata, pero debemos administrar los recursos, valorar lo que se nos da, utilizarlo debidamente y desechar lo que nos estorba, dar otro paso y seguir.

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