viernes, 8 de octubre de 2010

¡Hiberna el ansia y se obliga a estar ausente…! 23/09/10 by Jorge Sors

¡Hiberna el ansia y se obliga a estar ausente…! 23/09/10 by Jorge Sors

Pupilas ausentes en una profunda mirada, blanco lienzo dibuja mis pesares en lejanías y lontananzas, distraídas imágenes grabadas en profundos surcos se dispersan en suaves notas a través de una tonada poco audible que acompaña los destajos de las ausencias, de los momentos inconclusos e historias de notable trascendencia. Se dibuja con suaves trazos la añoranza de tus roces y escucho a lo lejos nuestro sollozo cuando se juntan los deseos desde nuestras apartadas orillas que profundos mares separan. Llega el agrio momento que la realidad propaga, caemos en cuenta de los años que nos han impuesto una amarga distancia. Siente el alma la ausencia, pero nos doblega nuestras rutinas diarias, los aromas de cruda nostalgia que nos infunden la ganas de un innegable fusión. Compañeros ausentes que obligan  y asienten que están presentes, pero sigue vacío el viejo cuenco cuyos años lo desgastan, frío y seco se dispone a recibir apenas las gotas solventes que sus esencias disuelve pero no homogenizan pues le falta ese oleo carmesí de sangre y viñas que le da el sabor e impulsa el latido que me devuelve la vida y el imprudente latido que aun cuando me escondo me persigue tras todas las trampas que dispongo frente a mí. Escucha la luna mis aplacados aullidos que la obscuridad apaga, estepario se aisla este sentimiento aunque sabe que esa no es su naturaleza, necesita la presencia, la compañía y no de pocos que sacien su sed inclemente que drena las almas de quienes se atreven a arañar sus alas. Arcángeles celestiales custodian los pistilos que destilan la sabía de cada mortecino lamento que se muestra tras languidecer por no ser tomado entre tus delicadas manos. Retumban los golpes del cercenado toque pues no alcanza ni al roce de esa tersa cubierta que cubre la luz que cobijas en tu alma. Frente a ti despliego mis alas sabes que debo alejarme, oigo el llamado que hace consciente el guardián que habita en las cavernas que surcan mi corazón y donde fluye el fruto de esas batallas internas ya disuelto en vides que abarcan agrias y dulces conquistas.

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