domingo, 28 de noviembre de 2010

ReFleXión de DominGo por LA tArdE…! By Jorge Sors. 28/11/10.

 ReFleXión de DominGo por LA tArdE…! By Jorge Sors. 28/11/10.

La fortuna y las bienaventuranzas nunca llegan a tiempo, siempre tarde nos llega la satisfacción y la calma, nunca viene sola la dicha algunas penas y desgracias arrastra y va dejando un rastro pestilente de sedimentos con toda esa basura que transporta como una inapropiada carga.
Fortuna…¿Qué es la fortuna?, será todo ese amasijo de objetos, trastes, muebles, autos, condominios, pisos, chalets, relojes de oro, anillos Cartier y todas las papeletas abaladas por el banco emisor que llevamos en la billetera o será encontrar un estado mental y consiente que nos permita convivir día a día con la realidad de forma apacible, libre de culpas, trastornos, deudas, insalubridad y en una eterna paz, ¿Qué a atesoramos más?, serán los bonos, o los papeles de la deuda que adquirimos, las monedas extranjeras y todo lo que guardamos celosamente lejos de la vista de todos o será encontrar un ser  que comparta nuestra existencia, nuestros momentos de decadencia e intolerancia y los de calma y sosiego, los de amor y lujuria,  los de deseo y decepción. Se atora la saliva en la garganta y no podemos deglutir nuestros propios impulsos, nuestros deseos incontrolables de avaricia y acaparamiento, y no digo con esto que sea malo el hecho de ser, tener y poseer, de lograr superarse y controlar a placer nuestras bienhechurías, me refiero a qué abonamos al alma, qué depositamos en ese baúl que de seguro no sabemos ni donde pusimos la llave, siempre olvidado,  siempre solitario, lleno de telarañas y desprolijo por el hastío.
Legamos con nuestra partida un montón de objetos pero a donde va a parar esa valiosa pieza que dejamos oculta en al baúl del rincón de nuestro propio ser, que hacemos con los sentimientos encontrados, los amoríos rotos, las esperas eternas, los proyectos inconclusos y las buenas acciones que dejamos en los bolsillos prontas a ser enmarcadas, las sonrisas que no usamos, y los besos que recolectamos, las lágrimas que regaron nuestras estancias, la guitarra que nunca sonó y los amaneceres que nuestros ojos cansados no contemplaron, las noche sudorosas y de desvelo, los placeres secretos y los lunes atareados, sólo queda apilarlos y quemarlos dejando que las cenizas sean esparcidas por el viento y que una de esas diminutas partículas se incruste en la memoria de quienes pudieron conocer de nuestras acciones y den gloria a nuestros logros y olvido a nuestras batallas fallidas, pero el alma ¿Dónde va el alma?..., será que se quema también o realmente llegaremos a encontrar lo que nunca buscamos en ésta existencia previa o vagará eternamente en un sueño de triste desespero. Estará Dios al final de la sierra esperando nuestra llegada a esas frías y lejanas tierras o se nos juzgará por esas innumerables ocasiones en que hemos decidido ser autosuficientes dueños de la verdad y de la justicia, incriminadores y difamadores de las heridas que nos hemos causado nosotros mismos hachándole las culpas a Dios, hemos pecado de soberbios y levantando un muro que nos incomunique con él realizamos actos de dudosa credibilidad y con superfluos atributos adornamos lo que en el fondo era la terrible materialización de nuestro deseo irrefrenable de dominar y vencer a cuesta de lo que sea. Cuantas veces vimos al enemigo caer y nos regodeamos en su dolor y su extravío saboreando el dulce néctar de la venganza y dejándole solo el amargo bagazo en la copa que le brindamos. Y que de las veces en las que perdonamos pero no olvidamos y vamos llenando el envase con silentes fracasos y pasos equivocados embarrados que al pasar de los años sacamos añejados y volvemos a engrudarlos en nuestras manos, que fácil es achacar las culpas de nuestros errores a otros y deshacernos de la culposa idea que hemos desarrollado y qué de las veces que hemos odiado aún inconscientemente.
Ahí dejo plantada ésta semilla de discordia para algunos y de felicidad verdadera para quien sepa regarla y replantearse su existencia en éste acto y en éste preciso momento.
No escupas tu propio alimento y menos vomites sobre lo que darás a otros.



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