miércoles, 3 de noviembre de 2010

ReBelde y en DesAcAto…! By Jorge Sors. 03/11/10.

ReBelde y en DesAcAto…! By Jorge Sors. 03/11/10.


El hombre desde la misma concepción ya se torna como un individuo rebelde, y en desacato de normas, lineamientos, parámetros y reglas impuestas por otros individuos, por la sociedad, por un grupo o por designios que aparentan ser ajenos a lo terrenal. En primer lugar ese espermatozoide que se aparta y se disocia es el único que logra activar el proceso creador, no sigue a los demás, sino que los deja fuera, se mantiene firme en su propósito y nada puede impedírselo si es el elegido y quien ha logrado establecerse como único. Ya desde allí observa fenecer a sus congéneres y él se proclama fecundador y dador de vida, lo cual no es un estado perenne sino que tiene caducidad natural, y es allí cuando llega otra faceta de ese carácter rebelde, una vez que ha culminado el proceso de crecimiento del embrión ya fusionado y maduro, hecho un feto en perfecta coordinación de funciones motoras que lo hacen independiente del sistema que le mantiene y le ha dado albergue por unos meses, éste decide que debe apartarse de él, y volver a ser el dominante y no depender de lo que le sea dispensado por su receptora, así que rompe las barreras que lo mantienen en su estancia y se transporta a un universo completamente diferente y ajeno al conocido, pero dispuesto a conquistarle.
Entonces tenemos ya al niño nacido y traído al mundo conocido, a compartir entre los demás mortales, pero ya apenas estableciéndose en su nueva morada empieza el proceso de adaptación y dominio. Me refiero a que si lo analizas objetivamente uno pensaría que es un ser indefenso y necesita de todos los cuidados, sí pero quien establece su dominio de inmediato, los progenitores que ya habitaban y se regodeaban de poseer todo el control de su entorno,  ó el recién llegado que desde su gestación, ya hace girar por completo el universo de sus nuevos lacayos, los cuales deben acoplar su ambiente, sus aposentos, sus pertenecías y todo su modo de vida para recibir al nuevo monarca que se avecina. Y luego al concretarse su presencia, deben bañarle, cambiarle, limpiarle todo lo que éste disponga ensuciar, acallar su llanto, sus gritos y sus histerias, complacer de lleno sus caprichos, adquirir toda clase de artilugios que puedan entretenerle de manera que el rey no se aburra y despotrique contra quienes le cuidan, y hasta llegan a ampliar los miembros de la corte para servirle con mayor eficiencia a lo largo de todo el día, sin importar que puedan existir horas de descanso para los lacayos, no nada de eso, el servicio es a tiempo completo, entonces ustedes me dirán quien es el que se rebela contra sus creadores, contra lo que estaba previamente establecido a su llegada y quien es el que manda.
Todo esto antes expuesto es hasta cierta edad del monarca, porque luego este pequeño rebelde se torna anárquico y quiere derrocar firme y permanentemente cualquier signo de alteración del orden que él demanda sea establecido, o la simple insubordinación de alguno de sus lacayos estima debe ser reprendida de alguna forma, y encuentra siempre como hacerlo, y sigue ganando él, aunque algunos miembros de su sequito crean tener parte del control.
Llega así la adolescencia y este ser anárquico se declara en total rebeldía y desacato ante los principios y preceptos que establece el propio senado de su reino, y también abole aquellas leyes que alguna vez aprobó y que ahora le son incomodas a sus propósitos. Destierra a los pocos que quedan de su corte, pues ahora solo blasfeman y corroen sus tímpanos con frases vencidas y consejos que no ha de tomar, y como los demás pobladores y forasteros generalmente terminan cansándose antes de su comportamiento se han alejado, solo estos dos o tres, a veces menos de sus más leales súbditos siguen fieles, pese a los maltratos y arranques de ira de su gobernante, quien se ha consumado en ésta etapa como el más rebelde de todos los tiempos, espera que nadie pueda superarle en sus embates contra cualquier tipo de régimen foráneo que quiera doblegarle y se cree redentor de sus caídos, el que todo lo sabe y todo lo conoce, no sabe de reglas pues ni las acata ni las dicta.
Llega la adultez, y sigue siendo rebelde, aunque ha sido destronado de su reino antes doblegado a sus placeres y deseos, han vuelto al mando quienes fueron desterrados por él y todo volvió a ser como era antes de su llegada, pues lejos ya de su castillo debe comenzar a buscar un nuevo destino, el cual se forjará con lo aprendido y con los golpes que ha llevado, los fracasos que cuelgan de sus hombros y las victorias que tiene en sus bolsillos. Ahora siendo un plebeyo se ve obligado a conseguir un empleo donde reciba una paga acorde a sus obligaciones y responsabilidades, y que refleje sus capacidades y habilidades aprendidas, entonces se torna rebelde nuevamente, contra sus compañeros de jornada, contra su jefe, contra las reglas de la empresa, los horarios, los uniformes, los distintivos, las normas de seguridad, los cheques sin fondo, los viernes de quincena en el banco, las cuentas por pagar, los víveres en mal estado e inalcanzables en los estantes de un supermercado,  etc. Generalmente en esta etapa consigue una pareja con quien pueda establecerse, crear un hogar y traer a su mundo algunos descendientes, los cuales repetirán el ciclo de dominio y rebeldía que alguna vez él interpretó, entonces se vuelve rebelde contra su pareja, contra las normas que puedan surgir espontáneamente dentro del círculo familiar que él mismo ha creado, y también se rebela contra sus hijos quienes ahora tratan de dominarlo, que ironía como se despliega todo este aparataje de situaciones y momentos repetidos, que han cambiado de actores pero su libreto sigue siendo el mismo.


Y llega la vejez, y no culmina el espiral de rebeldía que recorre nuestra existencia, en esta época se tornará en desacato con el médico, con los hijos que intentan cuidarlo, con los exámenes y los medicamentos, con la pensión, y los domingos por la tarde, la televisión y los demás medios que ya no son  como antes, los niños que gritan y estropean sus siestas, el teléfono que suena, la vecina que grita, los otros que son como él aún cuando lo niegue, las arrugas, las prótesis dentales, y contra el implacable destino que a todos nos depara aunque tratemos de escapar de él, la última rebeldía es contra la muerte, que termina con el ciclo y acaba con nuestras incesantes quejas por la vida, tratando de imponer a otros una como la nuestra, considerando negativo siempre el hecho de tener que cumplir con cualquier parámetro establecido, con adaptarnos a los cambios, con dejar de creer que somos siempre mejores que los demás y que solo nuestra palabra cuenta, que lo sabemos todo y que nadie vendrá a imponernos nada porque creemos ser libres, pero solo somos irreverentes y REBELDES.

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