Oxido,
destierro y hastío. By Jorge Sors26. 10.12.13
Subyace la oscura sombra del supremo oculto tras la tiniebla que aparta del espejo su reflejo, grita su infamia de caricias mustias, siente el deseo del declinar de la vida, siente el dulce filo de la navaja al paso del destino, se siente sumido en su ahogo del destierro del hombre que cual corriente de lluvia busca desesperado su salida al mar.
Ausente de motivos, carente de vestigios, cansado del engaño ante la sutil apariencia de
la prefabricada careta de semblanzas en risas y regocijos, se hunde
profundamente en su pesar ante la dicha de las mentes vacías que hacen placidas
sus vidas en la carestía dela realidad, llenando el vacío del ego con cristales
y perlas que dando su brillo cautivan la mirada de los incautos transeúntes del
camino negro, del destino pardo que conduce desde su comienzo al fin único de
la muerte segura.
Lágrimas de sal brotan de su
vientre, encarecidas angustias dan paso al arrebato ante la conducta conformista
de una estancia sobria y lucida, pretende cegarse para unirse al trinar de aves
en migración eterna hacia el ciclo recurrente de predestinados inviernos y
celestes mañanas de brillo y resequedad.
Se resquebraja la mirada tenue de
un sentimiento pleno, se guarece el lobo herido de sus perseguidores quienes le
han hecho ahora presa, ahora es silente el aullido de noches en las cuevas de
su propio laberinto, donde sorbo a sorbo fue disfrutando del dulce néctar de la
sangre del creyente, de aquellos que piensan que este es un mundo sano, del
pastor servil a los dueños del rebaño, ya las noches no sirven de resguardo, ni la luna de consorte ante la ausencia de una
alma gemela.
Hastiado se refugia en su propio
dolor, hace mella en sus heridas y disfruta del lento transitar que lo llevara
a ser ausente eterno.
Pronto será oxido en un mausoleo vacío,
de latones fríos y lapidas sórdidas que se muestran impávidas al frío.
Ahora es solo bestia, y aquel que
fuese hombre es ahora mortecino recuerdo de una era de seguidores de un mesías vacío.
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