AUSENTE Y AISLADO VIVE SONRIENTE
EN EL FONDO DEL POZO DE SUS PROPIOS TESOROS. BY JORGE SORS26. 07.012.013
Sumido en el profundo abismo de
mi propia existencia contemplo el horizonte inerte donde yace un sol impío a
mis sórdidas mañanas grises de pectinas dilucidaciones entre el mestizaje de
podridas ideas que retumban en la razón del consciente y se hacen hoja al
viento en mentes retraídas a la razón, que desperdigan miseria en las placidas
horas de luz que se duermen al susurro de los demonios que anuncian la llegada
de un final anticipado, ya destinado a la sombras y al desgastante sueño.
En horas miserables se funde la existencia
misma de un alma que nunca existió, de un pensamiento que jamás nació, habita aquí
un ser de otra época, de otro destino que se forjo y ahora trata de calcarse en
un presente impropio de sí mismo y carente de sentido ante tanta blasfemia
repetitiva de masas doblegadas , inmunes al grito del despertar al
conocimiento, donde subyace la pena y el cansancio, donde trompetas anuncian la
llegada del fin del ser pensante, y el apocalipsis no es otro que el fin de la
razón.
Se muestran los parpados caídos y
las ojeras relucientes del plomo de años de ausencia de sí mismos, se manipulan
las mentes condicionando su accionar, se nos exhorta a no actuar, y similares a
tumbas de piel vamos apilándonos en grandes números regulando nuestras
costumbres y perpetuando el legado de aquellos que son el mismo monstruo
eterno, ese que ha vivido siempre, ha sido
este mil rostros y mil voces que
siguen latente en cada horario televisivo o radial, en cada propaganda que
contamina nuestro albedrío, y que llena de excrementos los cimientos de una argamasa
ya vencida y horadada por el embate de eras de oscura falsedad y banales
principios de aparente rectitud y dócil servilismo.
Ha muerto el grito con el autor
de los ensayos de luz, se aparta del sendero al que porta la sangre real de mártires
del destierro en alejadas tierras de inexistente convivencia, se aísla a sí
mismo la mente poderosa, el que lo cuestiona todo ahora mora en las
profundidades del pozo que a cavado a su propio paso, y desde las profundidades
de su vida misma ya no encuentra sentido al devenir del tiempo que ha muerto al
paso de la moneda de cambio, al discurso del momento, y al estado paternal que
ha impuesto su rigor ante la decadencia de una sociedad autómata.
Dominaran el destino de algunas
aguas de río sedientas de caudal, pero jamás serán olas de un mar embravecido.
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