Vuelven esos aires incesantes de metralla aquejando mis lunas que ya no son fieles a mi desenfreno, en un instante se vuelca esa incertidumbre y me abruma una profunda pesadumbre, se inquieta la esencia ausente de la presencia espectral que acecha mi quietud, se arroja desbocada la presunción de un idilio que no debe ser, por que te evocan esos oscuros habitantes de mis cavernas, se nubla la razón y afloran infortunios y desdenes, se corre la lapida y escapan los fantasmas que atormentan la lógica.
Rodeado de dudas vuelve a salpicar el pecado las puras horas que acobijo bajo las primeras luces del alba, las pupilas se encienden y revolotea el ave negra que presagia tormento a las ya marchitas ansias de volcarme fuera de mi estructurada fortaleza.
Por mas que se busque ya no hay mas que polvo y ruina al final de la mina, un aire enrarecido colma la estancia y en mi boca se presenta ese sabor amargo de la plata ennegrecida.
Manos rugosas hurgan entre las rocas que han quedado de aquel castillo que una vez estuvo, lajas de apatía desgarran mi carne, y se mezclan el polvo y la sangre creando un néctar ceroso y lúgubre.
El trono quedó vacío, las castas de linajes ancestrales que proponían una descendencia regia y prolongada fueron tajadas de un hachazo por esos impuros deseos que entregados a la carne y la piel, dejaron de lado las verdaderas riquezas que alguna vez su majestad poseyó.
Vuelvo la mirada sobre colinas arrasadas por el fuego y mi reino no está mas, criaturas salvajes devoran los restos abovedados en segundos de gloria y grandeza, esos que no volverán.
Los manjares ahora son solo sobras, y los despojos de sueños yacen esparcidos por doquier, me encuentro hambriento de deseos, me dispongo a acabar entonces con el frío esqueleto que se ha acomodado a mi lado, ese que quedo luego de la partida y la ausencia.
Lo veo ya todo perdido, y siento frío, no siento mis manos, no siento mis labios, y ya estoy cansado de esperar, nada volverá y el etéreo reino de mi histórica conquista no se reconstruirá, es así como determinado sacrifico mi último cordero y lo ofrendo para poder secuestrar de tus recuerdos algo que me devuelva la paz, tomo el caldero de bronce repleto de brea y lo vierto sobre mi, seguido de la lumbre que ahora se ha vuelto llama y resquebraja mi piel, todo es fuego, todo esta envuelto en llamas y de las cenizas emergeré, ahora vuelto sombra eternamente te atormentare.
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