martes, 20 de octubre de 2015




"Todos los instintos que no se desahogan hacia afuera se vuelven hacia adentro, esto es lo que yo llamo la interiorización del hombre, únicamente con esto se desarrolla en el lo que mas tarde se denomina alma" F. Nietzsche. 

Sólo aquello que proviene de la duda, de la experimentación directa que conlleva con ello la búsqueda incesante de respuestas va forjando el criterio, el cual también es tan falible como la duda misma y la respuesta que en su momento quiso ser bálsamo que calmase aquellas ansias de conocimiento. Entonces es cuando digo yo que surgen los instintos, esa voz interior que nos mantiene atentos y nos hace discernir sobre las posibles variables que pueden intervenir para la formación de este, es allí donde nace el susurro que nos tienta a tomar una de las posibilidades como cierta,  y de no encontrar una que sea las mas factible al menos nos mantiene alejados de la suposición y de la vulnerabilidad de los criterios dogmáticos y  de esas nocivas verdades absolutas. 
Entonces con el afloramiento de estos instintos se va desarrollando el carácter, la astucia y el entusiasmo por el saber, pero al tratar de llevar a consenso nuestras experiencias y la resulta de nuestros ensayos nos topamos con las contradicciones que surgen de la interacción con todos aquellos que puedan abanderar un tono diferente, y es allí donde preferimos dejar de exteriorizar nuestros análisis y vamos procesando y copilando en nuestro interior aquel sin fin de información. 
Tal situación es lo que innegablemente moldea nuestra personalidad, nuestro carácter y lo que Nietzsche considera la fusión que decanta en la condensación del alma del individuo. 

JS26. Martes 20 de Octubre 2015

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